Los
griegos contaban que el hombre era al principio esférico y que Zeus para
castigarlo de sus fechorías lo partió en dos.
Las dos mitades deambulan por el
mundo y se buscan. La nostalgia las impulsa a buscarse sin parar, y cuando se
encuentren la esfera querrá unirse.
Esta historia tiene algo de cierto, pero
falla en algo.
Cuando las dos mitades se encuentren de nuevo, cada una habrá
vivido su propia vida. No serán como cuando se separaron. Sus extremidades non
coincidirán. Tendrán defectos, debilidades, heridas. No basta con que se
encuentren y se reconozcan. Ahora además tienen que preferirse, porque las dos
mitades ya no coinciden perfectamente; el amor es lo único que hace aceptar las
asperezas y el abrazo lo único que las lima, aunque haga daño.
(Alessandro d'Avenia - Blanca como la nieve, roja como la sangre)