Creciendo
aprendes que la felicidad está hecha de cosas pequeñas pero preciosas ...
Y aprendes que el
perfume del café por la mañana es un pequeño ritual de felicidad, que bastan
con las notas de una canción, con las sensaciones de un libro que te toca en el
corazón, que bastan con las aromas de una cocina, con la poesía de los pintores
de la felicidad, que basta con el hocico de tu perro o de tu gato para sentir
una felicidad leve.
de pequeños estallidos que a la sordina ensanchan el corazón,
que las estrellas pueden conmover y el sol hacer brillar los ojos,
y aprendes que un
campo de girasoles sabe iluminarte el rostro,
que el perfume de la primavera te
despierta del invierno,
y que sentarse a leer a la sombra de un árbol relaja
y libera los pensamientos.
[...]
Y aprendes que hay
felicidad también en aquella urgencia de escribir sobre una hoja tus
pensamientos, que hay algo amargamente feliz en la melancolía también.
Y aprendes que a
pesar de tus defensas, de tu voluntad o tu destino, en cada gaviota que vuela
hay un pequeño – grande Jonathan Livingston
y aprendes cuanto
es hermosa y especial la simplicidad.
(Fabio Volo)
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